Os
quiero pedir, que retornéis en el tiempo. No me refiero a
físicamente por supuesto, hablo de recordar... Recordar un tiempo
donde los humanos, vivían con honor y honradez en su mayoría y
existía una estirpe guardiana de caballeros. Pero no eran caballeros
comunes, pues iban montados a lomos de dragones.
En
el antiguo reino de Orix, se construyó una ciudad lejos del mundo y
al alcance de todos. Sí, sé que suena a una contradicción, pero
simplemente necesito que me escuchéis. Los miembros de la guardia
real usaban grifos, esas criaturas aladas con garras de león para
llegar allí.
Pero
en la ciudad conocida como Oculus, aquella construida lejos del
mundo, habitaban los caballeros del draco. Aquél digno de su
reconocimiento y destreza era nombrado por los dragones como miembro.
Sin
embargo, hubo un día en el que todo cambió. Y la causa, fue una
joven. Una chica que tras evitar que unos bandidos le robasen, huyó
del resto de la banda. Y un dragón decidió ayudarla y la subió a
su lomo, llevándola hasta Oculus.
Puedo
decir que nadie jamás fue testigo de algo parecido, y jamás volvió
a suceder nada igual. Aunque eso no impidió que esa chica fuese
nombrada sargento, no sólo por sus habilidades físicas y lo
sucedido con el dragón, sino por su peculiar control del fuego y del
agua.
Una
supuesta huérfana, sin identidad ni recuerdos, solo un pequeño saco
con un libro, algo de comida y una imagen mágica de su familia.
Cuando
partió al fin a hacer su guardia, comprobó las rutas más obvias a
evitar, atisbando así un grupo de guerreros y magos de un reino
enemigo.
Así
que se elevó aún más si cabía con su dragón y se concentró,
esperando al momento oportuno, el dragón lanzó dos alientos que se
separaron. Uno portaba un fuego de un calor como si fuese lava de un
volcán y el otro, era una agua tan gélida que se podría casi
congelar a los pocos segundos.
Sin
ella titubear ni dejarse intimidar, controló ambos alientos para
petrificar a casi todos sus oponentes. Pero hubo uno que no pudo ser
detenido. Sólo uno contuvo el ataque con una mano desnuda. Este
soldado, también joven dio un paso al frente y descubriéndose el
rostro grita hacia la chica:
-Soy
Dark, sargento imperial de Airos. Controlador de elementos. ¿Quién
eres, para realizar semejante ataque?-
La
chica no se lo podía creer, había alguien con su habilidad, otro
que podía hacer lo que ella... Pero no la asusto, respiró y con
fuerza en la voz le devolvió la presentación:
-Soy
Etenia, sargento de los Caballeros del draco, ¿qué os hace venir
hasta aquí?
Dark
divertido lleva un dedo hacia sus labios, dando a entender que no iba
a decir nada. Justo en ese momento Etenia se preparaba para el
combate, pero Dark levantó sus brazos y tras romper la petrificación
de los suyos ordenó retirarse.
-Tu
reino tiene una gran deuda contigo, no voy a malgastar tiempo en un
combate que no tiene un vencedor asegurado.-
Grita
Dark hacia lo alto para Etenia la cual no se creía lo que veía.
Al
día siguiente, cuando reportó lo sucedido a sus superiores y al
rey. Oyó una voz peculiar, una que oyó recientemente.
Era
Dark, llevado ante el rey, desarmado y con las manos en alto. No hizo
caso de nadie, simplemente le comunicó que, el imperio de Airos, en
vista del poder que Orix había adquirido consideraba un desperdicio
la guerra que había, así que proponían un acuerdo para por fin,
obtener una paz buscada por ambos.
Lo
que más curiosidad levantó en el rey, era la razón de ese tratado,
y Dark divertido, señaló a Etenia como la causante de eso y añadió:
-Contra
una soldado tan especial y tan bien preparada, sería difícil
competir, además que las bajas por ambos bandos nos mermarían
demasiado. A nadie le interesa más viudas y viudos en sus tierras.-
Tras
concluir y el rey estar de acuerdo, Dark se llevó el documento
sellado y fue escoltado por Etenia hasta las murallas, donde ella vio
como él, montaba sobre un ave envuelto en llamas, un Fénix.
Ambos
sé sonrieron, pero sabían que esa sería la última vez que se
verían, pero aún así, ninguno lamentó su vida ni su camino, pues
fueron capaces de ver una paz cuando el resto veía una guerra de
creencias sin sentido.
Esta
es la breve historia de Etenia, salvadora de Orix y legítima reina,
al descubrirse su verdadero linaje.
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