domingo, 18 de septiembre de 2016

La caballero del Draco

 Os quiero pedir, que retornéis en el tiempo. No me refiero a físicamente por supuesto, hablo de recordar... Recordar un tiempo donde los humanos, vivían con honor y honradez en su mayoría y existía una estirpe guardiana de caballeros. Pero no eran caballeros comunes, pues iban montados a lomos de dragones.
En el antiguo reino de Orix, se construyó una ciudad lejos del mundo y al alcance de todos. Sí, sé que suena a una contradicción, pero simplemente necesito que me escuchéis. Los miembros de la guardia real usaban grifos, esas criaturas aladas con garras de león para llegar allí.
Pero en la ciudad conocida como Oculus, aquella construida lejos del mundo, habitaban los caballeros del draco. Aquél digno de su reconocimiento y destreza era nombrado por los dragones como miembro.
Sin embargo, hubo un día en el que todo cambió. Y la causa, fue una joven. Una chica que tras evitar que unos bandidos le robasen, huyó del resto de la banda. Y un dragón decidió ayudarla y la subió a su lomo, llevándola hasta Oculus.
Puedo decir que nadie jamás fue testigo de algo parecido, y jamás volvió a suceder nada igual. Aunque eso no impidió que esa chica fuese nombrada sargento, no sólo por sus habilidades físicas y lo sucedido con el dragón, sino por su peculiar control del fuego y del agua.
Una supuesta huérfana, sin identidad ni recuerdos, solo un pequeño saco con un libro, algo de comida y una imagen mágica de su familia.
Cuando partió al fin a hacer su guardia, comprobó las rutas más obvias a evitar, atisbando así un grupo de guerreros y magos de un reino enemigo.
Así que se elevó aún más si cabía con su dragón y se concentró, esperando al momento oportuno, el dragón lanzó dos alientos que se separaron. Uno portaba un fuego de un calor como si fuese lava de un volcán y el otro, era una agua tan gélida que se podría casi congelar a los pocos segundos.
Sin ella titubear ni dejarse intimidar, controló ambos alientos para petrificar a casi todos sus oponentes. Pero hubo uno que no pudo ser detenido. Sólo uno contuvo el ataque con una mano desnuda. Este soldado, también joven dio un paso al frente y descubriéndose el rostro grita hacia la chica:
-Soy Dark, sargento imperial de Airos. Controlador de elementos. ¿Quién eres, para realizar semejante ataque?-
La chica no se lo podía creer, había alguien con su habilidad, otro que podía hacer lo que ella... Pero no la asusto, respiró y con fuerza en la voz le devolvió la presentación:
-Soy Etenia, sargento de los Caballeros del draco, ¿qué os hace venir hasta aquí?
Dark divertido lleva un dedo hacia sus labios, dando a entender que no iba a decir nada. Justo en ese momento Etenia se preparaba para el combate, pero Dark levantó sus brazos y tras romper la petrificación de los suyos ordenó retirarse.
-Tu reino tiene una gran deuda contigo, no voy a malgastar tiempo en un combate que no tiene un vencedor asegurado.-
Grita Dark hacia lo alto para Etenia la cual no se creía lo que veía.
Al día siguiente, cuando reportó lo sucedido a sus superiores y al rey. Oyó una voz peculiar, una que oyó recientemente.
Era Dark, llevado ante el rey, desarmado y con las manos en alto. No hizo caso de nadie, simplemente le comunicó que, el imperio de Airos, en vista del poder que Orix había adquirido consideraba un desperdicio la guerra que había, así que proponían un acuerdo para por fin, obtener una paz buscada por ambos.
Lo que más curiosidad levantó en el rey, era la razón de ese tratado, y Dark divertido, señaló a Etenia como la causante de eso y añadió:
-Contra una soldado tan especial y tan bien preparada, sería difícil competir, además que las bajas por ambos bandos nos mermarían demasiado. A nadie le interesa más viudas y viudos en sus tierras.-
Tras concluir y el rey estar de acuerdo, Dark se llevó el documento sellado y fue escoltado por Etenia hasta las murallas, donde ella vio como él, montaba sobre un ave envuelto en llamas, un Fénix.
Ambos sé sonrieron, pero sabían que esa sería la última vez que se verían, pero aún así, ninguno lamentó su vida ni su camino, pues fueron capaces de ver una paz cuando el resto veía una guerra de creencias sin sentido.

Esta es la breve historia de Etenia, salvadora de Orix y legítima reina, al descubrirse su verdadero linaje.



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